¿A qué nos referimos por duelo o luto?
El proceso de duelo no sólo se asocia a la defunción de una persona querida sino también a una rotura amorosa, al abandono de un ser querido, un aborto, el diagnóstico de una enfermedad terminal, etc. o incluso pérdidas materiales.
Es el proceso adaptativo, natural y necesario de adaptarse a la vida tras una pérdida importante para nosotros. No se trata de un trastorno ni de una patología sino de un proceso vivamente doloroso, y a pesar de que podemos tener la sensación de que será imposible de superar, la muerte forma parte de la vida y estamos biológicamente preparados para gestionar el duelo.
Es también importante el aspecto social del duelo, las culturas construyen rituales para compartir el dolor con los otros, que ayudan a la persona en su proceso personal de gestión del duelo.
¿Cómo llegamos al duelo patológico?
Si no gestionamos la pérdida de forma saludable podría desembocar en problemas emocionales o incluso en trastornos psicológicos.
Hay comportamientos que pueden enquistar la gestión del duelo: intentar distraerse para evitar pensar, intentar hacerse el fuerte y no permitirse sufrir, evitar todo lo que asociamos con la pérdida o buscar continuamente el consuelo de los otros.
EL psicólogo clínico tiene que guiar a la persona para que interrumpa estos comportamientos que le impiden gestionar el duelo de forma saludable.
Los adultos debemos evitar minimizar o negar el duelo también ante los niños, tenemos que tratar de vivirlo con naturalidad y ayudar a los niños a enfrentarse a sus duelos, para que poco a poco vayan desarrollando sus capacidades para enfrentarlos.
¿En qué se basa el tratamiento del duelo?
Durante el proceso del duelo, la persona tiene que estar mal para después poder estar bien, el psicólogo clínico orienta a la persona para que ponga en marcha comportamientos que le permitan gestionar el duelo de forma saludable. La persona tendrá que concederse un espacio diario para enfrentarse a sus sentimientos dolorosos y dejarlos fluir. Este sufrimiento diario permitirá una gestión adecuada del duelo.
El dolor del luto, no se puede borrar ni curar completamente, pero sí podemos hacer que la herida abierta vaya cicatrizando poco a poco. La cicatriz estará siempre con nosotros, la miraremos y recordaremos, pero dejará de escocer, dejará ser intensamente dolorosa.
Los rituales nos ayudan a gestionar la pérdida, ayudan a gestionar el duelo de forma saludable y pueden evitar que caigamos en un duelo patológico.
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